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Mostrando entradas de agosto, 2016

Crusoes contra principitos

Este verano me ha dado por leer el Robinson Crusoe de Daniel Dafoe. Robinson Crusoe ha sido un clásico en la discusión de aquello que de prototípica pueda tener la civilización occidental. Es individualista, es agoísta, es racista, patriarcal, colonial y un largo etcétera. Por lo visto el libro comenzó a interesar a los economistas durante el tránsito que va de la economía clásica a la revolución marginalista, es decir, conforme se fue configurando la micreoeconomía de sujetos individuales y racionales. Interesó también a los críticos del capitalismo desde que Marx puso sus ojos sobre la novela.  En la actualidad, en Economía, se usa la figura de Robinson Crusoe como metáfora mediante la que representar una Economía lo más simple posible, con un sólo agente económico, que consume lo que produce o lo ahorra, y que ha de decidir cuánto tiempo dedica a trabajar y cuánto a descansar. Se presupone que Robinson es racional y que decide sobre esos asuntos de acuerdo a sus preferencias.

La verdad (y el resentimiento)

Expresar lo que se siente no tiene que ver siempre con emociones inmediatas, con decir la verdad respecto de lo que sentimos ahora. El efecto del resentimiento sobre lo que queremos decir es un buen ejemplo de esto. Las heridas que no curan modifican nuestro carácter, como cuando una persona acaba con la columna deforme debido a un defecto en el oído interno, el cual modifica su sentido del equilibrio. Del mismo modo hay gente que expresa disconformidad con casi cualquier cosa, pareciéndole todo mal, quejándose por el sol y por la lluvia. La expresión de esos sentimientos no muestra la herida sentimental de la que proceden, pese a ser ése su origen.  

La verdad (de lo que sentimos)

Justo, la verdad de lo que sentimos a veces se nos oculta; a veces hace falta un trabajo propio de artistas para expresarlo de forma acabada. Hoy he soñado un encuentro. Llegaba a una casa en la que encontraba a un artista. Una casa desolada, como las que aparecen en el Stalker de Andréi Tarkovski, con paredes llenas de papeles, trazos, formas y un hombre dedicado a contemplarlas. Su arte estaba hecho de excrementos y restos, formas rotas y dislocadas, trazos que se salían del continente papel e inundaban las pareces. Era una de esos artistas que buscan la verdad en su interior, queriendo expresar aquello que sienten.  El sábado estuve viendo el documental sobre Cobain, Kurt Cobain: Montage of Heck , y tiene algo que ver con eso. EL arte de la instisfacción, la desafección, el malestar, la decepción.

¿os hará libres? (abundando)

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Quería continuar explorando brevemente los lugares a los que nos pueden conducir las ideas sobre las que hablaba el otro día. Por una parte distinguía entre la verdad en tanto que manifestación de lo que sentimos y por otra la verdad en tanto que representación de lo que las cosas son. La primera es personal y completamente subjetiva. Lo que sentimos en cada momento está sujeto a idas y venidas, a circunstancias condicionantes. El miedo a perder a alguien, o a hacer daño si decimos lo que pensamos, puede hacernos excesivamente conservadores; al mismo tiempo la calentura del momento puede hacer que digamos cosas de las que después nos arrepintamos. Otras veces el exceso de confianza en nostros mismos puede hacernos perder la perspectiva del otro, volviéndonos arrogantes. Entender que nuestros sentimientos se ven distorsionados por calenturas y por miedos, o por excesos de confianza, forma parte de nuestro aprendizaje sentimental. No es fácil aprender a explorar esos territorios, no e

La verdad os hará libres (Jn 8, 32) [o no]

El otro día entre cervezas hablaba con alguien sobre decir la verdad. ¿Hay que decir siempre la verdad? De lo que pude entender mi interlocutor, con decir la verdad, quería decir "expresar lo que se siente, comunicarlo: si te quiero pues te quiero, si le odio pues eso, si me aburres me aburres, etc". Yo no soy partidario de decir siempre la verdad, creo que hay ocasiones y formas. Decir lo que se siente no siempre es bueno.  En primer lugar los sentimientos mienten. La forma en que tenemos de valorar se ve distorsionada por las circunstancias en las que nos encontramos. Pero al mismo tiempo es inevitable no poder decir la verdad cuando se trata de sentimientos, detrás de los cuales no sabemos qué hay de verdad. Pero el problema de fondo es, ¿cuándo la verdad libera? Supongamos que estamos en condiciones de identificar aquello que es verdad... un momento en el que podamos decir con certeza: te quiero, o, te odio. Entonces, ¿es, aquello que te libera, la verdad? Yo creo qu