hábitos e ideología
Una de
las cosas que he trabajado más durante los años de elaboración de
la tesis ha sido el papel de los hábitos como posibilitadores de
conductas racionales. Existen conductas que dependen, no de una
decisión realizada en un momento dado sino de un gran número de
acciones repetidas, que acaban por ser rutinizadas. Nuestra salud,
nuestra capacidad de ahorro e inversión, nuestras capacidades y
destrezas dependen de forma crítica de los hábitos.
Me
molesta especialmente el modo en que es tratado el tema por las
instituciones: las campañas públicas y la propaganda privada suelen
enfocar el tema de los buenos hábitos como una cuestión de vivir en
positivo, de actitud fetén respecto de uno mismo, de responsabilidad individual. Me refiero a los
anuncios estilo danacol, de los cereales para desayunar y ese largo
etcétera que supongo ya os estáis imaginando. Evidentemente los
buenos hábitos son preferibles a los malos: ninguna persona en su
juicio prefiere tener cáncer de pulmón a no tenerlo. Y no sólo
por los padecimientos propios sino también por el enorme dolor que
se acaba causando a los que están más próximos al paciente. Sin
embargo me molesta ese enfoque de vivir la vida en positivo: suele
traducirse en una imagen de la persona como capitalista de si mismo,
que ha de invertir en buenos hábitos para obtener las utilidades que
se derivan de esa inversión. Como si comprando el danacol
estuviésemos haciendo lo correcto. Sin embargo los hábitos dependen de forma crítica de cómo está estructurado el entorno, de
decisiones que han sido tomadas afectando a los posibles usos y a la normatividad del
espacio público. Buen ejemplo de esto es la Ley Antitabaco y el
carnet por puntos.
Otra
cosa que me molesta de la imagen que se da de nuestros hábitos es el
optimismo utilitarista que se desprende de ellos: ese, "comamos
una manzanita al día, seremos felices". En primer lugar la
negatividad tiene un papel inexcusable a jugar en nuestras actitudes. Pero además,
algunas de las decisiones más importantes que tomamos en nuestras
vidas no dependen de su previsible beneficio futuro sino que las tomamos
porque pensamos que es lo correcto, aquello que debemos hacer. Cueste
lo que cueste.
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