G³, (bifurcaciones)
Después de un par de
inefables semanas de imposible traslación no-viguesa intentamos
volver al camino de la rutina y el hábito. Y pensamos que la mejor
forma de hacerlo quizás sea retomando nuestro querido G³.
De los tres niveles de
los que hablamos el
otro día el primero tiene que ver con la teoría de la
traslación de un tipo de información a otro tipo, requiere una
teoría de los mapeados. La adecuación de los resultados de esa
teoría hablaría de su bondad. En el medio estaría la elección de
la representación adecuada a las entradas y salidas de información
concretas, de cada problema específico; se trata de la selección
del algoritmo a ser utilizado. Por último estaría la elección de
la estructura material que pueda hacer posible ese cómputo. El nivel
computacional es, seguramente, nos dice Glimcher, el nivel menos
tratado desde el punto de vista de los reflejos (sherringtoniano). Es
más importante para Murr el entendimiento de la naturaleza del
problema que se quiere solucionar que la base material mediante la
que el problema es resuelto. Sin embargo señala Glimcher una serie
de deficiencias presentes en el enfoque de Marr. Establecer la
relación que pueda existir entre cerebro y conducta es una cuestión
bien compleja, habría que definir la meta computacional de toda una
conducta. Sólo entonces en neurocientífico puede, nos dice
Glimcher, determinar cómo el cerebro puede alcanzar esa meta.
Así el primer problema
sería la definición a priori del problema; el tamaño de la
computación que constituye el logro de una conducta competa. Pero
también lo es la impresión de que la evolución, que ha producido
el cerebro de los mamíferos, no podría ser vista como un proceso
tendente a organizar el cerebro de los animales en torno a metas de
cálculo independientemente del tamaño de esas metas.
Otro problema tiene que
ver con un supuesto implícito en Murr, dado que entiende la
evolución necesariamente conduce a los sistemas biológicos hacia el
logro de una eficiencia definida teóricamente de metas de cómputo.
Y existe muy poca evidencia sobre la realidad de este supuesto. El
papel de la evolución en la forma y funciones del cerebro es
determinante a la hora de la construcción de una teoría de la
cognición humana; la existencia de límites a la misma, o sobre las
formas de construcción y utilización de conocimiento. Relata
Glimcher los intentos realizados por los biólogos para determinar
empíricamente si el proceso evolutivo tiende a producir sistemas
para el logro de metas funcionales o si simplemente estamos
constituidos por un sumatorio de rasgos azarosos.
Como ya se señaló antes
otra de las cuestiones problemáticas se refiere a la escala de esa
organización para el cómputo. ¿A qué escala está organizada la
arquitectura del cerebro de los mamíferos? Nos dice Glimcher que
muchos creen que es posible reducir la problemática de la escala de
la organización a las cuestiones del nivel empírico (encontrar
evidencia a través de los módulos cerebrales bajo el prisma de la
selección natural) y del nivel de la meta a ser resuelta (si esos
módulos cerebrales pueden ser pensados en términos de metas).
Glimcher señala aquí el
trabajo de Fodor
y Gazzaniga, dos
científicos que, partiendo de puntos de vista distantes, trabajando
ambos sobre la función de los módulos cerebrales, han llegado a
posiciones similares. Ambos piensan los módulos como subsistemas
independiente para la computación. En concreto Fodor argumenta que
los módulos cerebrales pueden ser pensados como sistemas de
procesado independientes aunque interrelacionados cuya meta es
producir conducta. Algunos módulos se comportarían de forma
independiente, comunicándose entre ellos mediante los inputs y
output computacionales que producen cada uno de ellos. Son ejemplo de
ello su estudio sobre el lenguaje en donde ha podido demostrar la
existencia de independencia en el procesado en algunos de los módulos
que componen la producción de lenguaje. pero es importante señalar
cómo Fodor considera que estas características de procesado son
sólo aplicables al estudio psicológico de la conducta, sin posible
traslación a estudios fisiológicos del cerebro. La consideración
modular de la conducta sería propia de terrenos psicológicos, no
fisiológicos, en el sentido de que no sería posible acceder a su
estudio mediante las herramientas propias de la neurobiología,
negando expresamente la aplicación del cuadro de Marr al que se ha
hecho referencia. Sin embargo ha sido imposible que los estudios de
Fodor no hayan tenido repercusión sobre las neurociencias. Entonces
introduce Glimcher los estudios de Gazzaniga sobre modularidad
cerebral, estudios en los que los sujetos han sufrido lesiones que
han dañado el cuerpo calloso que une ambos hemisferios.
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