eficiencia y soberanía popular
Mediante la presente entrada entro de lleno en los problemas de España y propongo soluciones populares desde la novísima izquierda, a la cual represento, alejándome de las recetas tradicionales que no saben vivir sin keynesianismo. Así, se proponen un par de medidas que combinan 'soberanía popular' + competitividad, una bicoca. Se piden disculpas, además, por la posible ida de oya; la poca vergüenza y iuna extraña especie de incontinencia me impiden permanecer en silencio.
Primero analizaremos la situación patria para después preguntarnos sobre el 'qué hacer', que diría Lenin.
- un país insolvente \\ burbuja + clientelismo + situación de atoramiento (transición) + un mundo preocupante.
Las costuras del sistema están
comenzando a mostrar signos de un desgaste definitivo. La crisis
erosiona, es la subida a un Tourmalet que poco a poco va poniendo a
cada cual en su sitio. Ha sido bastante analizada la coincidencia de
distintas crisis en una: la financiera, la del euro, la inmobiliaria,
la del modelo de Estado, la representativa, la de la separación de
poderes... Señala Yanis Varoufakis que el sistema de reciclajeinternacional de dólares ha entrado en crisis y si bien en EEUU
todavía pueden sostener esa maquinaria deficitaria que engrasa el
sistema aquí el euro no ha conseguido crear un sistema de reciclaje
semejante (aunque cebes la bomba esta no acabará por funcionar).
Somos la pena de Europa pero el resto del continente quizás deba
comenzar a fijarse en el barbeado español y prepararse para malos tiempos. La globalización está
tomando forma extensa; la decimonónica fe en el progreso mediante el
comercio y los automatismos del mercado ha dado paso a la
desconfianza y la premonición agorera. El agua, la energía, la
sobrepoblación, la visión de un mundo de riqueza concentrada,
clases medias precarizadas y capas de población en situación de
desempleo permanente son las sombras del futuro.
- la alternativa de la verdadera izquierda: mantener el estado del bienestar, nacionalizar, subsidiar... el problema es que la economía neoclásica funciona aquí y ahora. Y dada nuestra situación de dependencia es necesario un aparato productivo eficiente. Las imposibilidad de las alternativas de la 'izquierda más bella' sobre la vuelta al campo y la vida en armonía con pachamama tienen que ver con esa limitación constituyente. No suponen una vía de acción actualmente posible.
Intelligentsia discute sobre si es
mejor salirse del Euro, permanecer e impagar, cumplir cueste lo que
cueste, etc. No voy a opinar (en este caso) de aquello que no
entiendo. Dirigo mi mirada más bien a las propuestas que llegan del
la 'verdadera izquierda'. Mantenimiento del empleo público y las
prestaciones sociales, nacionalizar industrias, subsidiar al que lo
necesite. Se dice que se lo podemos cobrar a los ricos. España no es
un país soberano, no sólo porque Draghi sea malo con Rajoy, sino
porque lo que somos como sociedad depende de la producción de
extremo oriente, la mano de obra marroquí, la energía saudí,
europeos jóvenes borrachos (si son viejos, artríticos) y de la
demanda internacional de coches de gama baja. Cualquier intento de
desacople puede resultar en un desastre mayor aún del que tenemos.
Necesitamos eficiencia y competitividad pero también soberanía.
Fuimos el Usain Bolt de la burbuja, el problema es que no puedes
poner a Usain Bolt a subir el Tourmalet.
- la cuestión de la reforma constitucional y la separación de poderes. Los padres fundadores y la distinta situación actual: ¿cómo crear membranas?.
Estoy convencido de que existen formas
de combinar ambos elementos (eficiencia y soberanía) que son
aplicables y deseables. La introducción de competencia en sectores
oligopólicos es un ejemplo palmario, de hecho sólo mediante la
recuperación de soberanía es posible un movimiento tal. Tiene que
ver esto con políticas que afectan al sistema productivo y por lo
tanto al modelo distributivo: hay gente que tendrá que perder rentas
si queremos que los recursos (muy limitados) se dirijan a sectores de
mayores productividades. Las nacionalizaciones se las debería pensar
mucho la izquierda, y separar, comenzar a distinguir lo público de
lo estatal, error garrafal en el que cae continuamente. (Todavía no
he comenzado a leer a Elinor Ostrom).
Existen otros dos campos de acción
sobre los que he estado dándole vueltas. Ambos son difíciles de
tratar. Se dice que debemos bajar los salarios y flexibilizar el
mercado laboral. la legislación y los sindicatos provocan rigideces
que se traducen en ineficiencias. Si queremos sobrevivir debemos ser
inteligentes: los arrebatos populistas son problemáticos cuando
debes cumplir (deuda, comercio, acuerdos varios) con otros que no son
como tu. Esa inteligencia, desde la izquierda, debe concentrarse en
bajar salarios minimizando el coste para los trabajadores e intentar
que la flexibilización laboral no signifique precarización y
pérdida de derechos; si intentamos combinar todo con la ganancia de
soberanía puede parecer un imposible, pero hay cosas que se podrían
hacer. La soberanía no significa tener dinero (no seamos
mercantilistas), ni reside en el ejecutivo, ni en el legislativo ni
en el judicial; la soberanía es ante todo popular. Las necesarias
mejoras en transparencia y fiscalización de lo estatal-politic son
indicativas de esa diferencia. El estado debería ser la forma de
asegurar esa soberanía, no de burlarla. Pensemos en la oferta de
mano de obra. Sindicatos, convenios, parados de larga duración,
precarios, becarios. Creo que el problema no es la flexibilidad de la
oferta en el sentido de que la gente no este dispuesta a adaptarse a
nuevas condiciones. A veces, creo, es la demanda la que ha tendido a
ser rígida en la forma de ofrecer ocupación: trabajos de 8h. Sé
que eso ha cambiado mucho pero no lo suficiente: existen muchísimos
trabajos en los que el trabajador hace más horas de las que le
gustaría. No entraremos en las horas extra no pagadas (debe suponer
un monto espectacular). Lo que quiero decir es que la rigidez en las
condiciones de contratación está haciendo que gente que preferiría
trabajar 6h o 7h, o 4h, tenga que estar un mínimo de 8h, y otros que
desearían trabajar están en paro. No estoy defendiendo la reducción
por ley de la jornada laboral máxima, sino que se intente ampliar el
rango de opciones que tiene un trabajador, la flexibilidad no debe
ser sólo la posibilidad de modificar las condiciones de trabajo a
voluntad por parte del empresario. Se también de las dificultades
que entraña cambiar los usos y costumbres de industrias que con las
8h han conseguido la cadencia perfecta en el ritmo de trabajo, pero
debería hacerse todo lo posible por promocionar esa clase de
soberanía popular: poder decidir cuántas horas puedes trabajar. Hoy
sistemas de coordinación los hay infinitos y debería hacerse porque
no supusiera un coste para el empresario. Pero pienso que sí, es
posible conjugar soberanía popular y flexibilización del mercado
laboral repartiendo el trabajo.
Otro tema, más espinoso si cabe que el
de flexibilización es el de la reducción del salario, combinándolo
con la 'soberanía popular'. Existe, defiendo, una forma de
soberanía, que tiene por efecto la posibilidad de reducir salarios
sin que empeoren las condiciones de vida: La planificación del
consumo por parte de las masas populares. :-)
No estoy de coña. La gente podría
vivir igual de bien con mucho menos. Todo lo que se invierte, todos
los dispositivos de coordinación de la actividad, cálculo,
promoción y engaño por parte de las cadenas de distribución y
venta al por mayor y al por menor, todo lo que gastan las empresas
para que se consuma más redunda en un aumento de los salarios de
subsistencia. Los comercializadores e intermediarios viven de las
rentas generadas por el volumen de transacciones realizadas, por lo
que les interesa maximizar ese volumen. Que consumas más y más
caro, que no reutilices, que no te asocies, que no planifiques, que
llegues al super y compres lo primero que veas. En otros países
existen culturas del consumo mucho más racionales. Lo de la fiesta y
la pandereta suena porque agua lleva. Este es un campo muy
interesante: ¿con cuánto es capaz de vivir una 'comunidad de
consumo'? Introduzco el concepto de 'comunidad de consumo' como un
ideal; no es algo que exista pero me gustaría que existiese. Es
posible generar procomún del consumo conjunto de forma que la
riqueza generada por ese procomún consista en la reducción de las
necesidades de consumo sin una merma de la calidad de vida. La bajada
del salario de subsistencia posibilitaría menores salarios. es
evidente que habría que flexibilizar los salarios en España para
que esa reducción de las necesidades de consumo redundara en bajada
de salarios.
Sería una combinación extraña pero
posible de incremento de la 'soberanía popular' con bajada de
salarios. Lo bueno de este tipo de vectores de acción es que da pie
a una negociación en donde es posible obtener ganancias para ambas
parte: los beneficios derivados de una bajada de salarios para los
empresarios es evidente; las formas posibles de crear mecanismos de
acción colectiva puede parecer una contrapartida inocente pero nunca
se sabe 'aquello que puede un cuerpo' una vez emerge. Spinoza.
Debemos repensarlo todo, lo bueno de
estar en el ojo del huracán, allí donde se concentran variadas
crisis, es que todo es posible, todo se vuelve fluido. Las
democracias liberales deben pensar las formas de garantizar las
libertades, formas ahora apolilladas e impotentes ante el mecanismo
global de reproducción del sistema, las formas de gobernanza y
control social, la generación de nuevos actores que sean capaces de
relacionarse con agentes económicos tradicionales, que superen las
viejas formas de hacer. También los empresarios han de repensarse,
pensar qué necesitan: otras formas de asociación y de relación
entre ellos mismos, mecanismos de financiación, de búsqueda de
rentas, diferentes.
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